El viaje en sí estuvo muy bien. Visitamos un par de ciudades, San Antonio y Austin, cada una con sus características propias. San Antonio, muy bonita, en la que destaca el Riverwalk y donde millones de turistas rinden homenaje a la batalla del Álamo. El ambiente Tex-Mex se respira en cada calle, y se escucha a partes iguales el inglés y el español (con acento mexicano, eso sí).
Tras visitar San Antonio, nos dirigimos en coche hacia Austin, la capital del Estado. Durante el trayecto hicimos varias paradas en pueblos típicos de las pelis de vaqueros, medio desiertos, y con los carteles colgando de las casas de madera. Todo muy auténtico. Hicimos un parada obligada en Lockhart, que según nuestra guía, es la capital mundial de la barbacoa... El sitio era para verlo. Cabezas de ganado colgadas de las paredes, instrumentos de caza, ... sólo faltaba John Wayne para cuadrar la imagen.
Hay que tener en cuenta que para muchos americanos, Estados Unidos representa 'el mundo'. Pues esta idea, en Texas, se lleva al extremo. Para ellos, 'el mundo' es Texas. Lo digo porque si Lockhart es la capital mundial de la barbacoa, Austin es la capital mundial de la música en directo. Todo en plan humilde.
En fin, no se puede negar que Austin es diferente. Además del tema de la música, también fuimos a ver algo que en la guía nos describía como algo espectacular e inolvidable. Por lo visto, desde hace unos años, al caer el sol, millones de murciélagos salen de un puente cercano a la ciudad para buscar comida. Evidentemente allí que nos fuimos, a ver este fenómeno paranormal. Ya os podeis imaginar el chasco. En primer lugar, por lo que nos contaron después, muchos de los murciélagos emigran durante el invierno. Además, nos pusimos en el lado malo del río, ya que salieron justo en el otro. El chasco fue, y en eso sí que acertó la guía, inolvidable. Esperar más de dos horas el atardecer para ver cuatro pájaros a lo lejos salir de un puente es difícil de olvidar...
En resumen, aunque no es una zona ni especialmente bonita ni con nada muy destacable fue un viaje perfecto. Además, olvidar por unos días el frío de Chicago y sentir lo que es salir a la calle en manga corta, no tiene precio.