Ya el domingo tocaba adentrarse en la cultura y la historia maya. Esta civilización, una de las más misteriosas de la Humanidad, tuvo en la Península del Yucatán su principal centro de actividad durante los siglos XII al XV, que fue cuando surgieron ciudades como Chichen Itzá, Tulum o Cobá. Así que nada, alquilamos un coche y nos fuimos a Tulum, a unos 45 kilómetros al sur de Playa del Carmen. Las ruinas no son nada del otro mundo. Lo que confiere a este lugar de algo verdaderamente único es su ubicación. La ciudad se creó junto al mar, con lo que las vistas de las ruinas con las playas paradisíacas al frente son impresionantes. Tras la visita, y el obligado bañito en el agua, nos dirigimos hacia Cobá, una de las ruinas mejor conservadas, y en la que se erige la única Pirámide a la que se puede ascender hoy en día, la Pirámide de Nohoch-Mul, de 42 metros de altura.
Antes de llegar, hicimos una parada en el Grand Cenote, uno de los más espectaculares de la región. Los cenotes son formaciones subterráneas, con agua cristalina en su interior y con una gran riqueza de vida acuática. Aquí el agua está súper fría, lo cual incluso se agradece para huir del intenso calor.
Tras la parada, seguimos camino a Cobá. Visitamos las ruinas y emprendimos la ascensión a la Pirámide. Ya arriba, la sensación de paz y tranquilidad es muy grande. Se puede observar los restos de la antigua ciudad, así como los lagos de los alrededores en un marco incomparable. La bajada ya es otra cosa, un poco más 'chungo'. Poco a poco, ya que los escalones no están en muy buen estado bajamos hasta la base. Una vez allí, emprendimos el camino de vuelta hacia Playa del Carmen.
Ya después volvimos a Playa del Carmen, donde nos tomamos un merecido descanso. El lunes, nos quedaba el plato fuerte, una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, el Chitchen Itzá, la ciudad maya, con la pirámide de Kukulkán como figura estrella. Pese a que es un sitio del que había oido hablar, me quedé impresionado. Por todo. La pirámide, el pueblo, y sobre todo, la historia encerrada en él. Por cierto, según los mayas, que eran unos auténticos genios en descifrar los enigmas del universo, el mundo acabará a finales del 2012, así que habrá que aprovechar lo que queda...
El martes tocaba volver a la realidad. Vuelta a Chicago. Tras un ratito de sol y playa al lado del hotel nos embarcamos en el autobús y nos dirigimos de vuelta a casa. Fue un viaje breve pero intenso. Repasando las fotos, aún alucino con la belleza del lugar.
1 comentario:
Sergio te veo muy feliz viajando y disfrutando de la visita de Patri,pero me tienes preocupada,pues te veo muy delgado y como sé como eres me imagino que comer será para tí lo último,eso no me parece bien,y desde aquí te mando una regañina para que por favor te dejes unos "minutos"para comer.muchos besos y nos vemos pronto.
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