domingo, 15 de noviembre de 2009

Living the European Dream

Mis nuevas aventuras en Bruselas, la capital de Europa: www.sgirbes.blogspot.com

viernes, 23 de octubre de 2009

Nueva etapa, nuevo blog

En un par de semanas empiezo una nueva etapa en mi vida. Finalmente, y tras el añito en Chicago, parece que no es hora aún de quedarme en España. A partir de noviembre, y, por un año, estaré trabajando para Iberdrola en sus oficinas de Bruselas. Tras vivir el sueño americano, me sumergiré en el centro de Europa, con la intención de seguir descubriendo cosas nuevas. Como no podía ser de otra forma, pretendo seguir contando mis aventuras en esta nueva etapa. Tras mucho pensarlo, he decidido titular al nuevo blog 'Living the European dream'. Al fin y al cabo, la idea de Europa no deja de ser un sueño que no acaba de alcanzarse...

Así, y como si de un estreno cinematográfico se tratara: "tras el arrollador éxito de 'Living the American dream', ambientada en Chicago, llega a sus ordenadores 'Living the European dream', en la que el protagonista se desplaza al corazón de Europa, a Bruselas. No se lo pierdan".

domingo, 4 de octubre de 2009

...este cuento se ha acabado

Pues sí, colorín colorado, este cuento se ha acabado. Un año después llegó el momento de volver a casa. La aventura americana ha llegado a su fin. Hace un año empezaba el blog con el título 'Living the American Dream', viviendo el sueño americano. Hoy puedo decir que no pude encontrar mejor título, ya que resume perfectamente mi andadura por los Estados Unidos. Ha sido como estar viviendo un sueño. Pero ahora toca despertarse y buscar el camino que seguiré a partir de ahora.

Quiero agradecer a todos los que me han seguido durante estos meses a través del Blog. A Patri, a mis padres, a mi hermano y a Vero, a mi familia, a mis amigos y a todos los que han colaborado. Sin vuestro apoyo esto no habría sido posible.

Y también, cómo no, a los que me han acompañado en la aventura durante estos meses. A Asier, Santi y Gisela, con los que empecé la Beca en octubre, y también a los que llegaron después, Mikel, Zuri y Alejandro. Y no me olvido de Koldo, y de tantos otros que fueron pasando por Chicago y con los que coincidí en algún momento. Muchas gracias a todos. Fue un placer compartir esta locura con vosotros.

Sin más rodeos, y como no me gustan las despedidas, os digo a todos 'hasta luego'. El Blog tuvo sentido mientras estuve en Chicago, por lo que lo doy por concluido. Dejo algunas fotos que nos hicimos todos el último día en la Oficina. Para finalizar, dejo también algunas fotos de esa maravillosa ciudad que es Chicago. Gracias a todos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Colorín colorado...

Última semana... Parece mentira. Me pongo a pensarlo y no doy crédito. ¿Realmente ha pasado ya un año? Parece ayer cuando llegamos a Chicago para iniciar nuestra aventura. Y así, sin darnos cuenta, el tiempo se nos ha ido de las manos.

Empiezo a releer el blog y me doy cuenta de la cantidad de cosas que han pasado este año. Los viajes, los amigos, los reencuentros, las despedidas. Tantas cosas. Momentos de euforia en los que la felicidad es tan grande que crees que puedes volar, y momentos no tan buenos, en los que desearías haberte quedado en casa. Sin duda, los primeros superan con creces a los segundos. Y ambos, con sus partes positivas y negativas, me han ensañado a crecer como persona y a conocerme más a mi mismo.

Es difícil expresar con palabras lo que siente uno en este momento. Las sensaciones se contraponen. Por un lado, la alegría por volver a casa. Por ver a la familia, a Patri, a los amigos... Por otra parte, tristeza por lo que dejo aquí. Una ciudad espectacular, una vida, unos amigos...

Además vuelvo con la incertidumbre de qué me depara el futuro. A todos los niveles, tanto personal como profesional. El vértigo se combina con la ilusión por iniciar una nueva etapa en mi vida. Alguien me dijo una vez (o más bien, me lo dice siempre) que la vida son etapas. Y así es. Lo que está claro es que mi etapa en Estados Unidos está a punto de acabar y vuelvo a mi querida España. Al menos, de momento.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Buscando al Oso Yogui (Yellowstone National Park)

Quién no conoce al Oso Yogui, el famoso personaje de los dibujos animados de Hanna Barbera. Pues bien, este fin de semana, y casi como colofón a mi aventura en Estados Unidos, emprendí el viaje al Parque Nacional de Yellowstone, donde se dice que está ambientada esta serie. Se trata del Parque Nacional más antiguo del mundo y el segundo más grande del país. Se le conoce principalmente por sus géiseres (contiene más de la mitad de los existentes en el mundo) y por la riqueza de su hábitat natural, donde conviven osos, coyotes, lobos, bisontes, ciervos, alces, wapitís y muchos otros. Además, y por si todo esto no fuera suficiente, cascadas, cañones, ríos, ... En resumen, un sinfín de atractivos dignos de conocer.

El viernes por la tarde cogimos el avión hacia Jackson Hole, muy cerca de la entrada Sur del Parque. Allí, sólo faltaba John Wayne para realmente verme en una película del oeste. Gente a caballo, cowboys, saloons, ... todo muy del Salvaje Oeste.

Ya el sábado comenzaba la aventura. Salimos de Jackson Hole hacia nuestra primera parada en el camino, el Grand Teton National Park. Este parque, de camino hacia Yellowstone, tiene dos grandes lagos sobre el que se reflejan las montañas, formando una estampa preciosa. El paisaje es verdaderamente espectacular.


Poco después entrábamos al Parque. El Parque Nacional de Yellowstone es enorme. Para hacerlo más fácil, voy a hablar de cada una de las zonas. Más o menos visitamos una cada día:


- Geyser Country: zona de géiseres. El más conocido es el Old Faithful, llamado así porque es el único que sigue una cierta frecuencia en la erupción (cada 90 minutos). Como buenos turistas, empezamos por éste. La verdad es que es bastante espectacular ver la explosión. El agua se eleva hasta unos diez metros... increíble. Además de los géiseres, y aun más impresionantes son las piscinas volcánicas formadas en la tierra y que le dan unos colores muy vistosos. Hay dos muy conocidas, el Morning Glory Pool y el Gran Prismatic Spring.


- Canyon Country: es la zona del Cañón. A lo largo de los años el río Yellowstone ha formado un cañón entre las montañas. No es ni mucho menos como el Cañón del Colorado, aunque también es bonito. Hay una gran cantidad de cataratas y caídas de agua que lo hacen si cabe más espectacular.

- Lamar Valley: como decía en la guía, el Serengueti de América. Búfalos, lobos, coyotes, osos, alces, y un sinfín de animales conviven aquí en su hábitat natural. Es como ir de Safari. Como buenos aventureros que somos, realizamos un hiking hasta uno de los picos. Nos costó unas dos horas, pero valió la pena. Encontramos unos cuernos de wapití, así como restos de piel de oso. Pese a que no tuvimos la suerte de ver ni grizzlies ni osos negros, la sensación de que en cualquier momento podía aparecer uno ya es impagable.


- Hayden Valley: el segundo lugar en el parque con mayor concentración de animales. Aquí es donde vimos el primer búfalo el segundo día. Es un animal enorme, pero muy pacífico, o eso parecía. A partir de ese momento nos cansamos de ver búfalos por todos lados. A continuación, una muestra de algunos animales que vimos en nuestro recorrido por el parque.

- Mamooth Country: se encuentra en la zona noroeste. Se trata de formaciones volcánicas que han ido evolucionando a lo largo del tiempo. Los árboles de la zona han muerto y no hay vegetación. Parece que sea el fin del mundo. Como es difícil explicarlo con palabras, lo muestro en una imagen:


Y, finalmente, llegó el momento de volver. Las ligeras esperanzas de ver algún oso se desvanecieron con los kilómetros. Ni osos, ni lobos, ni coyotes, una pena vamos. Pero bueno, la experiencia fue increíble. Un lugar imprescindible y que representa bien lo que es Estados Unidos. Un país enorme lleno de tesoros por descubrir y con una riqueza natural muchas veces desconocida.

Este fue, probablemente, el último viaje de mi estancia en Estados Unidos. Han sido muchos y muy variados, pero la verdad es que guardo un gran recuerdo de cada uno de ellos. El mapa de mi piso está ya lleno de chinchetas tras un año de locura. En nada, vuelta a la realidad. Comienza la cuenta atrás.

lunes, 31 de agosto de 2009

La familia cruza el charco (parte III, Toronto y Niágara)

Penúltima parada en la visita de la familia. Nos fuimos a Toronto, en Canadá, y aprovechamos para acercarnos a las famosas Cataratas del Niágara.

Se dio la circunstancia de que el mismo día que llegábamos a la ciudad, el Real Madrid jugaba en Toronto contra el equipo local. Además, el hotel en el que se hospedaban quedaba cerca del nuestro. Así que, aprovechando las circunstancias, nada más aterrizar y dejar las maletas nos acercamos al hotel a ver si había fortuna. Y vaya si la hubo. Pudimos ver a los jugadores entrenando en el hotel. Tampoco fue nada del otro mundo, pero tampoco se ve a los Kaká, Benzema, Raúl o Cristiano todos los días. Más tarde, nos volvimos a acercar a ver la salida de los jugadores hacia el estadio. Pero solo pudimos ver el autobús, una pena. Habrá que pedir explicaciones a Florentino... tantos millones gastados en figuras, para esconderlas en un autobús. No parece la mejor política de márketing.


Cambiando de tema, el viernes aprovechamos para conocer un poco la ciudad y subir a la torre CN Tower, una de las más altas del mundo, desde donde se ve el 'torontontero', o, lo que es lo mismo, Toronto entero ;)


Y el sábado, el plato fuerte del viaje. Ni más ni menos que las Cataratas del Niágara. Aun me acuerdo de la escena en la que aparecen en Supermán. Y ahora, allí que iba, con mis padres y con mi hermano, a verlas con mis propios ojos. Increíble. Como éramos cuatro, y tampoco tenía muchas ganas de alquilar coches e historias, contraté una excursión que vi por Internet. Las sorpresas empezaron cuando esperábamos el autobús en el hotel. Apareció una limousina que iba a ser la encargada de llevarnos hasta el punto de encuentro para coger el autobús... Menudo nivel!

Después hay que reconocer que el autobús era más normalito. Hicimos unas cuantas paradas previas antes de llegar a las Cataratas. Paramos en una fábrica de chocolate, en un viñedo de la zona y en un pueblecito llamado Niagara-on-the-Lake, que era una verdadera joya. Finalmente llegamos al destino principal, las Cataratas del Niágara.

Lo de las Cataratas es un caso curioso. El pueblo en el que se encuentran se llama Niagara Falls. Lo curioso es que hay un pueblo con ese nombre en Canadá y otro en Estados Unidos. Ambos, están unidos por un puente, el Rainbow Bridge, y separados por el río Niágara y las cataratas. Hay 3 cataratas, de las cuales, dos están en la parte estadounidense, y una en la canadiense. Aunque desde donde mejor se ven es desde la parte en la que estábamos nosotros, la parte de Ontario, en Canadá.


Para disfrutar más la experiencia, incluido en la excursión, entraba un paseo a bordo del 'Maid of the Mist', un famoso barco que lleva más de 100 años haciendo la ruta hacia las cataratas. Antes de entrar, dan un impermeable azul a cada visitante, lo que te hace pensar que te vas a mojar... Una vez dentro, la locura. Empapados de arriba a abajo. Las tres caídas de agua son impresionantes, pero una de ellas, la llamada Horseshoe Falls, es algo increíble. La cantidad de agua es tal que, al romper en la superficie, se forma una especie de niebla formada por agua. Parece que estés en una ducha... Acabamos tan calados, que el único souvenir que nos compramos fue 4 pares de calcetines para cambiarnos los que traíamos.


Estuvo muy bien. Después comimos en el Hard Rock y nos dio tiempo a hacer unas cuantas fotos más de la panorámica. Fue algo para el recuerdo. El domingo, ya quedaba poco por hacer. Cogimos por la mañana un ferry a unas islitas que hay enfrente de la ciudad, las llamadas Toronto Islands. Al estar al lado del lago, y como hay una gran cantidad de zonas verdes, la zona es bastante bonita. Para conocer un poco más y por hacer algo diferente, alquilamos un cuadriciclo durante una hora para movernos por la isla. Aún no sabíamos lo que nos esperaba.


A los pocos minutos empezamos a escuchar los truenos en el cielo. Pese a las advertencias de mi padre de que diéramos la vuelta, hasta que no vimos claro que iba a empezar a jarrear no lo hicimos. Poco después empezó el diluvio... En un principio, nos cobijamos en el cuadriciclo, pero cuando vimos que empezaba a entrar agua, corrimos al primer sitio que vimos... Otra vez, para seguir con nuestra dinámica, acabamos empapados de arriba a abajo. La tormenta fue bastante fuerte, pero tras una media hora de terror, escampó. Recogimos el cuadriciclo, que habíamos dejado abandonado en el camino y nos dirigimos de vuelta hacia el hotel. En el ferry de vuelta, la imagen de la ciudad, con el cielo despejado y las nubes cubriendo la parte baja de la ciudad, era muy impactante. Parecía el Apocalipsis...


La última aventura fue en el mismo avión. En el momento de salir, nos dijeron que habría un poco de retraso porque había tormenta en Chicago. Poco después, nos comunicaron que la tormenta estaba justo encima nuestro, así que había que esperar. No había acabado de decirlo y empezaron los rayos y los truenos... Creo que nunca he vivido una tormenta eléctrica de ese tipo, y menos en un avión. Como estábamos los cuatro, lo cogimos un poco de cachondeo, pero si llego a estar solo, creo que me cago un poco, con perdón. Finalmente, dos horas después de lo previsto, salió el avión. Llegamos a Chicago, última etapa del viaje, sin contratiempos.

El día siguiente aprovechamos para rematar las últimas cosas que quedaban pendientes. Subimos a las Torres Willis (antiguas Sears), el edificio más alto de América, desde donde nos regocijamos con las vistas de la ciudad. Y para concluir, la indispensable tarta de queso de la Cheesecake Factory...

Ahí acabó la visita. El día después llegó la despedida. Yo me fui a Dallas, donde tenía una Convención sobre Transporte e Infraestructuras, y mis padres y Jose volvieron a España. Atrás quedaron dos semanas intensas de convivencia en las que prácticamente todo salió a pedir de boca. Y lo que no, pues lo afrontamos con buena cara y la mejor de las sonrisas. Fue bonito mientras duró. Gracias a los tres.

miércoles, 26 de agosto de 2009

La familia cruza el charco (parte II, Chicago)

Ya de vuelta en Chicago, teníamos cuatro días para conocer la ciudad. Entre medias, llegó mi hermano Jose, con lo que, ahora sí, y después de ya algún tiempo nos reuníamos de nuevo la familia al completo. El clima acompañó bastante por lo que disfrutamos de la mejor cara de la ciudad. Es curioso que la mayor parte de la gente que ha visitado ambas ciudades coincide en señalar Chicago como más bonita y acogedora que Nueva York. Y yo, personalmente, no puedo estar más de acuerdo. Nueva York es la capital del mundo, la que nunca duerme, con monumentos tan emblemáticos como la Estatua de la Libertad o el Empire State, pero la elegancia, la armonía y la belleza de Chicago son insuperables.

Además, tiene una gran cantidad de 'indispensables'. El lago Michigan, que cualquiera confundiría con un mar, bordea la ciudad dotándola de una gran cantidad de playas y zonas de recreo. La Torre Hancock, con su característico color negro y sus dos antenas rozando el cielo, encumbran la calle principal de la ciudad, Michigan Avenue. El edificio más alto de Occidente, las ahora llamadas Torres Willis, son el símbolo de la cuna de los rascacielos. Y qué decir de las zonas verdes, casi innumerables, que actúan como pulmón de la ciudad. Lincoln Park, Grant Park, Jackson Park, etc, etc. Y eso no es todo, Millenium Park, con el Bean, el Pritzker Pavillion o la Crown Fountain. El Art Institute, la Universidad de Chicago, Evanston, el templo Bahai, el Field Museum, Navy Pier, la Buckingham Fountain, y tantas y tantas cosas.

Pues todo eso, o la mayor parte, disfruté con la familia. En cuanto a la convivencia, diría que fue lo mejor del viaje. Nos reimos mucho y lo pasamos genial. Además, finalmente hay que reconocer que fue Jose el que durmió la mayor parte de los días en el suelo, por lo que no puedo quejarme. Dejo testimonio gráfico de la visita, incluyendo el chapuzón en el Lago Michigan, que siempre es un reto importante.

lunes, 24 de agosto de 2009

La familia cruza el charco (parte I, NY)

Finalmente, y con un día de retraso, llegaron mis padres. Un 29 de julio, a las 16.00 se producía el esperado reencuentro. Diez meses, ni más ni menos, todo un récord. Nos esperaban dos semanas de alta intensidad. De hecho, el jueves, casi sin tiempo para ver nada de Chicago, nos volvíamos a plantar en el aeropuerto para coger el vuelo hacia la Gran Manzana.

Por supuesto, antes de eso, llegó el chequeo por parte de mi madre a todo lo relativo a mi pisito. Que si esto está roto, que si esto está sucio, que si tal, ... en fin, lo normal. Al fin y al cabo, digo yo que para eso son madres. Siendo sincero, aparte de algunos detalles, creo que el piso les dejó muy buena impresión. Mis labores de limpieza los días previos creo que surtieron efecto ;)

Centrándonos en el viaje, era mi tercera visita a Nueva York este año, pero claro, esta vez era un poco diferente. Diferente tipo de hotel, diferentes restaurantes, diferente intensidad, otra forma de viajar en resumen. Esta vez sí aprecié la ciudad en todo su esplendor. Sin prisas, sin correr de aquí para allá con la obsesión de verlo todo. Además, el hecho de conocer más o menos la ciudad también ayuda bastante. Estuvimos desde el jueves por la noche hasta el domingo. Tres días en los que nos dio tiempo a casi todo. Broadway, el Puente de Brooklyn, la Quinta Avenida, la Estatua de la Libertad, Wall Street, Rockefeller, Battery Park, Empire State..... y tantas otras cosas que tiene NY. Como punto culminante fuimos a ver el musical de 'El Fantasma de la Ópera' en Broadway. Sobrecogedor.

Y así, casi sin darnos cuenta, llegó el domingo, y la hora de abandonar la ciudad. Un diluvio nos impidió disfrutar de Central Park como es debido por lo que mis padres tendrán que volver para apreciar esa parte de la ciudad. Sin embargo, la sensación que nos dejó la ciudad fue muy buena. Mis padres estaban encantados, como dos niños pequeños, embelesados con cada nueva atracción. Como muestra, y como dicen que una imagen vale más que mil palabras, pues eso, dejo algunas de las muchas fotos que hicimos.

lunes, 17 de agosto de 2009

En solitario al Gran Cañón del Colorado

Buff, no sé por donde empezar. Las últimas tres semanas han sido de locura. Nueva York, Toronto, Cataratas del Niágara, Dallas y finalmente Phoenix y el Cañón del Colorado. Como es el que tengo más reciente empezaré con la historia del último viaje. Y qué historia.

Ya hacía algún tiempo que me iba rondando en la cabeza la idea de ir al Cañón del Colorado. Algunos de mis compañeros en Chicago fueron en Semana Santa, cuando yo andaba por California con Patri. Desde entonces, fueron pasando los días y las opciones de viaje se iban disipando. Me di cuenta que prácticamente se acababa el tiempo y me iba a quedar sin ver el Cañón. Y claro, como suele pasar, cuanto más lejana veía la opción de ir, más me apetecía…

Así que, barajando las alternativas que tenía, empecé contemplar la opción de ir yo solo. Y cuanto más lo pensaba, más claro lo veía. Un viaje conmigo mismo al Cañón del Colorado. El principal inconveniente era la distancia. De Chicago a Phoenix hay alrededor de tres horas y media de viaje en avión. Además hay que tener en cuenta que una vez en Phoenix, hay que alquilar un coche para llegar al Cañón (unas 5 horas). Meditando sobre esto, se me presentó la opción de ir a Dallas por motivos de trabajo. Unas conferencias sobre transporte y sobre Alta Velocidad en Estados Unidos. Ding!!

El esquema ya se iba formando en mi cabeza. Podía ir a Dallas (la Conferencia iba de martes a viernes) y de ahí ir directamente a Phoenix (unas dos horas en avión)… Para complicar un poco más el tema, la Conferencia empezaba justo el día que se iban mis padres y mi hermano de Chicago, el 11 de agosto, con lo que me fui yo antes que ellos. Pero bueno, el plan estaba ya en marcha. Cogí los vuelos, los hoteles, reservé el coche y empecé a leer información sobre el Cañón.

Y aunque parezca mentira, finalmente llegó el día de ir al Cañón. El viernes 14 de agosto cogía el avión desde Dallas con destino Phoenix. Pese a que llevaba tiempo preparando el viaje, en ese momento me entraron las dudas. Había tantas cosas que podían salir mal. Pero bueno, valor, y al toro.

Tras dos horas de vuelo llegaba a Phoenix. A las 16, la misma hora a la que salí de Dallas (la diferencia horaria es de -2 horas en Arizona con respecto a Texas). Cogí el coche y me dirigí a vivir una experiencia inolvidable.

El viernes hice noche en Flagstaff, una pequeña ciudad a una distancia del Cañón bastante asequible para el día siguiente. El sábado empezaba la verdadera aventura. Mi intención era hacer una ruta de hiking (senderismo) hacia el interior del cañón. Tras leer bastante sobre el tema me incliné por hacer el Bright Angel Trail hasta Plateau Point (unos 20 kilómetros ida y vuelta). Según las guías, no es aconsejable ni prudente hacer este trayecto en verano, debido a que las temperaturas son altísimas y la distancia y el cambio de altitud es muy grande. Estos avisos y advertencias tuvieron conmigo el efecto contrario. Mi objetivo estaba fijado.

Para hacerse una idea, la duración del recorrido va de 10 a 12 horas, según las guías, por lo que teniendo en cuenta que en verano a determinadas horas es una locura hacer esta clase de esfuerzo, había que salir pronto.

Y tan pronto… A las 4 horas de la madrugada del sábado empezaba el día para mi. En realidad la alarma la tenía a las 4 y media, pero entre la emoción y los ruidos, me levanté antes. A las 6 llegaba al cañón. Unos simpáticos ciervos me dieron la bienvenida.



Me perdí el amanecer por poco, pero la primera visión del cañón no fue nada del otro mundo.

Tras un breve desayuno y después de dejar la maleta en el hotel, empecé el camino. La primera parte del trayecto es bastante fácil, sobre todo porque es en bajada. Fui pasando los puntos marcados en el recorrido, hasta llegar a Indian Garden, más o menos en el kilómetro 7,5. Mi sensación ahí era muy buena. Iba muy bien de tiempo, y no estaba casi cansado. Y se presentó el dilema. Una señal con la dirección de Plateau Point (lo previsto de antemano, unos 3 kilómetros más) y otra con el trayecto hasta el río Colorado (8 kilómetros). Aunque estuve dudando algún momento, finalmente opté por la prudencia y seguí por el camino previsto hasta Plateau Point. Al final de este tramo ya empecé a advertir síntomas de cansancio…

Las vistas desde Plateau Point son increíbles. Se ve buena parte del río Colorado en su curso entre las dos orillas del Gran Cañón. Simplemente sublime. Como me dijo un compañero de ‘caminata’ cuando me vio con la cámara, lo que se ve desde allí no se puede reflejar en una foto. Simplemente, hay que ir allí para verlo. Probablemente, y pese a que durante los dos días vi el cañón desde muchos ángulos y diferentes sitios, es la imagen que más me impactó. En ese momento pensé aquello de ‘Que bueno que viniste’.


Superado el momento de autorrealización personal, quedaba lo más complicado, volver. Al principio, fue bien. Poquito a poco, bebiendo líquido y descansando cuando me faltaban fuerzas. Lo peor fue del kilómetro 13 al 15, en el que la inclinación es muy grande y el calor empezaba a ser asfixiante y la mochila cada vez me pesaba más. En la foto se indica lo que marcaba el termómetro en uno de los puntos de descanso (45ºC). Pero bueno, poquito a poco, y con algo más de pena que de gloria llegué a la cima, de donde había salido 8 horas antes.


Tras la merecida ducha y un rato de descanso en la habitación, quedaba mucho día por aprovechar. Evidentemente, el cuerpo no lo tenía para mucho movimiento, así que opté por la opción de coger el coche y hacer un ruta que hay con varios miradores y que llega hasta la parte del desierto, a unos 40 kilómetros. Tranquilamente, con el aire acondicionado y escuchando música, fui parando y apreciando la enormidad del Cañón del Colorado. El siguiente plato fuerte era la puesta de sol, que disfruté desde un lugar apartado de las masas, el Shoshone Point, buscando calma y tranquilidad tras un día muy intenso.


Volviendo al coche me enteré que el Presidente de los Estados Unidos, el Sr. Barack Obama, tenía previsto ir el día siguiente a visitar el Cañón… Ya es casualidad. La primera vez en mi vida que voy al Cañón, y resulta que al Sr. Presidente se le ocurre la misma idea.

El domingo, bien prontito para no perder la costumbre, me dirigí al Yavapai Point para ver el amanecer. Teniendo en cuenta la hora (sobre las 5.15 de la mañana) el mirador estaba a tope de gente. Y es que claro, una imagen como esa no se ve todos los días. Pese a que la temperatura durante el día sube muchísimo (40ºC), por la noche hace un frío importante. Lo digo, porque a esa hora hacía un frío que pelaba. Como soy precavido y tampoco me conocía nadie, me enrollé con una manta de la habitación y de esa guisa me presenté a ver el espectáculo. La gente me miraba con un poco de guasa, pero vi a más de uno con bermudas y camisa de manga corta tiritar de frío.


El espectáculo del amanecer es impresionante. Poco a poco el sol va iluminando el cielo hasta que, de una nube rojiza empieza a salir al exterior. El silencio en esos momentos sólo se interrumpe con el clic de las cámaras fotográficas. Es algo digno de presenciar.

Por si el día anterior no había tenido suficiente con la ruta de 25 km, el domingo tenía previsto hacer otra, el South Kaibab Trail, eso sí, bastante más corta, teniendo en cuenta que tenía que volver a Phoenix a coger el avión de vuelta. Así que allí que me fui, pasito a pasito hacia Cedar Ridge, el punto de destino en esta ruta (unos 10 km en total). Las vistas, espectaculares.


Por último, y para acabar de rematar el fin de semana, cuando ya estaba abandonando el parque con el coche, me encontré con la carretera cortada… Veinte minutos después llegaba el Presidente Obama y su familia, bien escoltado por un gran grupo de policía y seguridad. Llegué a ver el coche en el que venía, pero eso fue todo. Una pena que no bajara a saludar.


El viaje casi llegaba a su fin. De vuelta hice parada en Sedona para ver la magnífica Catedral Rock y contemplar el encanto de este pueblo que parece sacado de un western de John Wayne.

Finalmente, y sin contratiempos, llegué al aeropuerto de Phoenix, donde por cierto, vi el Air Force One, el avión que utiliza el Presidente de los Estados Unidos.

Ya desde Chicago, un día después de haber vuelto, siento una gran satisfacción por haber cumplido un reto personal. Pensándolo fríamente, quizá fuera algo alocado y con bastantes riesgos, pero bueno, todo salió a pedir de boca, mucho mejor incluso de lo esperado… Es difícil hacer una clasificación con todos los sitios que he visto este año, pero sí tengo claro que el Gran Cañón del Colorado ocuparía un puesto privilegiado en esa lista.

martes, 4 de agosto de 2009

Reencuentro con la familia. De nuevo en NY

Tic-tac, tic-tac, tic-tac. El reloj sigue su curso implacable y ya estamos en agosto. Finalmente, y tras 10 meses, llegó el momento del emotivo reencuentro con la familia. Tras algunos contratiempos con los vuelos (el vuelo París-Chicago fue cancelado, con lo que llegaron con un día de retraso), finalmente llegaron los papis.

Y así, como si nada, ya ha pasado una semana... El finde nos fuimos a Nueva York, a la Gran Manzana y aproveché para hacer cosas diferentes a mis otras dos visitas previas. Vimos la Estatua de la Libertad desde la misma isla, subimos al Rockefeller, y hasta fuimos a ver el Fantasma de la Opera en Broadway (impresionante, por cierto). Paseamos por Little Italy, cruzamos el Puente de Brooklyn y vimos el diluvio universal cobijados en Central Park... Disfruté de lo lindo, tanto de la ciudad, como de la compañía.

Ya de vuelta en Chicago, ayer martes llegó Jose, con lo que ya estamos la familia al completo. Mi pisito parece Casa Pepe....... Mis padres en la cama, Jose en el sofa y un servidor en el suelo. Ya lo dice el dicho, 'de fòra vindràn, i de casa te tiraràn' ;)

Ahora nos queda aprovechar estos dos días para ver la ciudad, puesto que ya el viernes nos vamos a Toronto (donde coincidiremos, ni más ni menos que con los Cristiano Ronaldo, Kaká, Raúl y compañía) y el sábado a las Cataratas del Niágara... una locura, vamos.

sábado, 18 de julio de 2009

Que no decaiga

Tras unas semanas desaparecido en combate, vuelvo a la carga. Como sabréis muchos de vosotros he estado un poco atareado este mes. Patri llegó el 30 de junio y desde entonces, todo ha sido un no parar. Nos fuimos a Riviera Maya del 2 al 7 de julio. Después, por motivos de trabajo, nos fuimos a San Francisco del 13 al 16, donde se celebraba la Feria Intersolar. Volvimos el jueves, y hoy sábado, Patri ha cogido ya el vuelo de vuelta a Valencia. Así que, para combatir un poco la tristeza de verme de nuevo solo en Chicago, me he decidido a ponerme al día.

He publicado una entrada de nuestro viaje a México, pero la puedo resumir en dos palabras, im-presionante. En cuanto a San Francisco, como ya estuvimos en abril, nos dedicamos a disfrutar de la ciudad, probablemente la más bonita del país, en dura pugna con Chicago.

Respecto a la Feria, el balance fue muy positivo. Una gran presencia de empresas españolas (más de 20), entre expositores y visitantes. Hay que recordar que España es una potencia en el sector, el segundo mayor productor actualmente de este tipo de energía. Parece que, tras el parón del sector en España, las empresas empiezan a apostar por Estados Unidos como la referencia para el futuro en el panorama solar. Las ayudas prometidas por el Presidente Obama parece que van surtiendo efecto y el optimismo fue la nota dominante en la Feria. Sin embargo, sigue siendo un sector poco estable debido a la necesidad de subsidios que sigue necesitando para ser competitivo. En fin, no me quiero enrollar más, pero es un sector que me interesa...

Y poco más. Ahora tengo una semanita para ponerme al día en diversos temas e ir concretando cosas antes de la próxima visita. Los papis ya están al caer, y después Jose, así que habrá que ir preparándose. Por cierto, para quien no lo viera, el martes pasado emitieron el programa de 'Españoles por el mundo' desde Chicago. Lamentablemente no soy uno de los protagonistas, aunque conozco a algunos de los que aparecen. Pongo el enlace por si alguien quiere conocer más sobre esta gran ciudad: http://www.rtve.es/mediateca/videos/20090714/espanoles-mundo-chicago/544531.shtml

miércoles, 8 de julio de 2009

Viaje al Paraíso. Riviera Maya.

Aquí estoy, ya de vuelta del viaje a México. Cinco días que han pasado volando, entre playas, ruinas mayas, margaritas y peces de colores. Ha sido un viaje espectacular. Llegamos el viernes a Cancún, de donde nos desplazamos en autobús a Playa del Carmen, donde montaríamos nuestro campamento base. El primer día lo utilizamos para ubicarnos y pasear por la zona. Teniendo en cuenta que nos habíamos levantado a las 4 de la mañana para coger el avión, tampoco estábamos para muchos trotes.


El sábado cogimos el ferry hacia Cozumel, una isla situada a unos 20 kiómetros de distancia. El tiempo, pues inmejorable, sol, sol y más sol, quizá excesiva calor. En Cozumel, alquilamos una scooter y un par de equipos de snorkel y nos recorrimos la isla de punta a punta, parando en algunas zonas a hacer snorkel y ver las maravillas de las profundidades del Caribe.

Ya el domingo tocaba adentrarse en la cultura y la historia maya. Esta civilización, una de las más misteriosas de la Humanidad, tuvo en la Península del Yucatán su principal centro de actividad durante los siglos XII al XV, que fue cuando surgieron ciudades como Chichen Itzá, Tulum o Cobá. Así que nada, alquilamos un coche y nos fuimos a Tulum, a unos 45 kilómetros al sur de Playa del Carmen. Las ruinas no son nada del otro mundo. Lo que confiere a este lugar de algo verdaderamente único es su ubicación. La ciudad se creó junto al mar, con lo que las vistas de las ruinas con las playas paradisíacas al frente son impresionantes. Tras la visita, y el obligado bañito en el agua, nos dirigimos hacia Cobá, una de las ruinas mejor conservadas, y en la que se erige la única Pirámide a la que se puede ascender hoy en día, la Pirámide de Nohoch-Mul, de 42 metros de altura.

Antes de llegar, hicimos una parada en el Grand Cenote, uno de los más espectaculares de la región. Los cenotes son formaciones subterráneas, con agua cristalina en su interior y con una gran riqueza de vida acuática. Aquí el agua está súper fría, lo cual incluso se agradece para huir del intenso calor.

Tras la parada, seguimos camino a Cobá. Visitamos las ruinas y emprendimos la ascensión a la Pirámide. Ya arriba, la sensación de paz y tranquilidad es muy grande. Se puede observar los restos de la antigua ciudad, así como los lagos de los alrededores en un marco incomparable. La bajada ya es otra cosa, un poco más 'chungo'. Poco a poco, ya que los escalones no están en muy buen estado bajamos hasta la base. Una vez allí, emprendimos el camino de vuelta hacia Playa del Carmen.



De camino, un poco antes de llegar a Tulum, paramos en la Posada Margarita, que nos habían recomendado por la imponente playa que se encuentra allí. Sin palabras. Probablemente, la mejor playa en la que haya estado nunca.


Ya después volvimos a Playa del Carmen, donde nos tomamos un merecido descanso. El lunes, nos quedaba el plato fuerte, una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, el Chitchen Itzá, la ciudad maya, con la pirámide de Kukulkán como figura estrella. Pese a que es un sitio del que había oido hablar, me quedé impresionado. Por todo. La pirámide, el pueblo, y sobre todo, la historia encerrada en él. Por cierto, según los mayas, que eran unos auténticos genios en descifrar los enigmas del universo, el mundo acabará a finales del 2012, así que habrá que aprovechar lo que queda...

El martes tocaba volver a la realidad. Vuelta a Chicago. Tras un ratito de sol y playa al lado del hotel nos embarcamos en el autobús y nos dirigimos de vuelta a casa. Fue un viaje breve pero intenso. Repasando las fotos, aún alucino con la belleza del lugar.
 

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